Sin embargo, no todo es mar en calma: hay ciertos desafíos en la distribución del recurso que sugieren que la flota deberá ajustar sus cartas de navegación en las próximas semanas.
Los primeros días de la temporada dejaron claras señales de que el recurso sigue firme bajo las aguas patagónicas. Según los reportes de la flota la captura por unidad de esfuerzo (CPUE) promedió 2.346 kg/h, número que supera ampliamente el mínimo requerido de 450 kg/h.
En tanto el bycatch de merluza se mantuvo en apenas un 2%, mostrando que las operaciones siguen navegando con cuidado por las normas ambientales. Apenas un 1% de los langostinos capturados fueron menores a L5, una proporción que respeta los límites establecidos para preservar las futuras generaciones del recurso.
Un armador local lo describió de manera sintética: “Es el mejor noviembre de los últimos años. Los barcos están haciendo media carga en el día; falta que el langostino se afirme un poco más porque todavía tiene que entrar por el norte. Pero estamos todos contentos porque estamos trabajando”.
No todo fue navegar a 8 nudos. La flota enfrentó mareas difíciles durante los primeros días. El inicio real de las operaciones se postergó al 4 de noviembre por ajustes logísticos, y el ritmo se vio afectado por un paro de transporte el 6 y fuertes vientos el 7, que dejaron a varios barcos amarrados a puerto.
Además, algunos capitanes notaron que el recurso no está concentrado en grandes cardúmenes, lo que los obliga a “cambiar a modo de arrastre” con tiempos de pesca más largos, llegando en algunos casos a los 150 minutos por lance. «La flota está dispersa, estamos buscando. Por acá el langostino es más chico, pero no perdés tiempo; es pesca segura”, confió un capitán capitalino a REDES AL MAR.