Aunque nunca lo reconoció él ni de su entorno, su visita se vio frustrada por “cuestiones políticas”. Nunca quiso interferir ni que su visita se encuadre en afinidades o rechazos políticos.
Pero su explícito deseo nunca se convirtió en promesa. Ni Cristina Kirchner, ni Mauricio Macri, ni Alberto Fernández, ni Javier Milei pudieron convencerlo. El viaje quedó trunco.
“Vuelvo en unas semanas”, avisó Jorge Bergoglio cuando viajó a Roma en marzo de 2013 para participar del cónclave que lo elegiría papa. Llevaba una pequeña valija y un boleto aéreo de regreso a Buenos Aires. Nunca pudo volver como Francisco.
Lo que vino después es historia conocida. El primer papa argentino hizo lío, revolucionó a la Iglesia Católica y se volcó a las periferias del mundo, pero nunca volvió a ver a su querida Buenos Aires.
Hoy murió y con eso, despareció la ilusión de que Francisco visite el país como Papa.