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Titulares

Ricardo Costa, el escritor neuquino que construye arte al “hacer de cada palabra, una elección ética y estética”

En la Patagonia, Costa traza con palabras su forma de estar en el mundo. Poeta, ensayista, narrador y formador de escritores, convierte la vida diaria en materia literaria. En el Día del Escritor, un retrato de quien hace del lenguaje una herramienta vital.

El 13 de junio se celebra el Día del Escritor en Argentina en homenaje al nacimiento de Leopoldo Lugones. La figura de Ricardo Costa, escritor y docente radicado en Neuquén, invita a pensar la escritura no sólo como arte sino como práctica cotidiana, como forma de leer y narrar el entorno que habitamos.

El escritor recibió el 1° Premio de Novela del Fondo Editorial Neuquino (FEN) por la novela Mar que no guarda nada, presentada en la última edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. El libro, de carácter histórico, se construye a partir de una estructura de historias dentro de historias que transcurren en distintos tiempos y espacios.

Costa escribe como quien respira. No es un gesto esporádico ni una pose literaria: para él, la palabra escrita es oficio, herramienta, espejo y ruta.

“Llegué a la escritura a partir de la oralidad: una tía muy lectora me contaba cuentos que me fascinaban. Luego un amor de adolescencia me llevó a escribir mis primeros poemas. Rayuela, de Julio Cortázar, fue muy importante en ese sentido, también el cine y las letras del primer rock argentino. Irma Cuña como maestra de toda una generación fue determinante en el encuentro de mi voz propia como escritor” afirmó.

Con una trayectoria sólida en la poesía, la narrativa y el ensayo, con libros premiados en Argentina, Chile y México, lo que distingue su trabajo es la coherencia entre lo que escribe y lo que vive. Su escritura nace de la observación atenta del mundo que lo rodea: la crudeza del paisaje patagónico, los pliegues de la vida social, la historia, los ritmos de la educación y la cultura.

Títulos como Teatro teorema, Veda negra o Mundo crudo son más que libros, son estaciones de un pensamiento que no se detiene, que se revisita, que busca siempre una nueva forma de decir lo esencial.

A lo largo de su trayectoria, ha combinado la producción literaria con la docencia y la formación. Dirigió el Instituto de Formación Docente N°9 y, en 2009, coordinó el taller Formar Escritores Para Formar Lectores, un espacio donde transmitió su convicción de que la escritura es una práctica emancipadora, capaz de transformar tanto al que escribe como al que lee.

“Estoy jubilado del sistema, no de la docencia, eso es algo que continúa en mí. La educación es un valor fundamental no sólo como formadora de futuros escritores, sino también como pilar de un país”, aseguró.

Costa no escribe desde el margen, sino desde un centro propio: el de quien habita su territorio sin concesiones. La Patagonia, con sus distancias, su belleza áspera y sus silencios se filtra en cada página. Pero no como postal, sino como materia viva, como pulso.

En el Día del Escritor, su figura recuerda que escribir no es sólo publicar ni esperar premios. Es mirar, pensar, escuchar, leer, volver a escribir. Es hacer de cada palabra una elección ética y estética. Ricardo Costa lo hace, todos los días, desde el sur.

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