El cierre de la estación de tren en Trelew devino en un enfrentamiento entre trabajadores que se resistían a perderlo todo, y sectores de radicales y peronistas que libraron una batalla por los bustos de Juan Domingo Perón y Evita. En medio de esto comenzó una puja por la propiedad de las viviendas del barrio de los ferroviarios, que no querían irse.
Los galpones de la estación del Ferrocarril Central en Trelew, ubicados en Fontana y Lewis Jones, comenzaron a arder y un humo negro se esparcía por toda la ciudad. En el llamado “galpón de abrigo”, de casi 100 metros de largo, había guardadas 20 choches de pasajeros y algunos furgones que fueron devorados por las llamas, según testimonios recopilados en el libro “Los ferroviarios que perdimos el tren”.
Por supuesto, se creía que el incendio había sido intencional, pero el caso nunca fue esclarecido. Las crónicas de los diarios de la época hablan de 15 vagones que fueron devorados por el fuego en el galpón donde había 40.000 litros de petróleo que era utilizado como combustible de las locomotoras.
Ciro Thomas es uno de los testigos de aquella escena dantesca. “Prendieron fuego los coches de pasajeros; yo estaba con mi señora, habíamos ido a la casa de los padres, estábamos a una cuadra, había un galpón grande donde metieron todos los coches de pasajeros, y los prendieron fuego. Quedó en la nada, nunca se supo”, recuerda.
El otro escándalo se desató por los bustos de Perón y Evita que estaban en la estación de Trelew, y habían sobrevivido la Revolución Libertadora del ‘55. En ese momento, las facciones anti-peronistas no consiguieron hacer con Evita lo que sí habían logrado con el busto de Perón: exhibirlo por el centro y arrojarlo a la Laguna Chiquichano.
Ciro Thomas fue testigo de esos acontecimientos que convulsionaron la vida de Trelew por aquellos años en que el ferrocarril tenía sellado el final. “En la estación del ferrocarril había un monolito de Evita, y fueron muchos muchos radicales que conozco y otros que no eran a sacarlo. Estaba la gente de la cuadrilla con pico y pala, se le pusieron al frente y no entró nadie; al de Perón sí lo sacaron, lo expusieron por el pueblo y lo tiraron a la Laguna Chiquichano”, cuenta Thomas.