Durante su alocución en el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, ante la presencia del abogado, activista y excandidato presidencial Juan Grabois, el Pontífice expresó: “Me hicieron ver un filmado de una represión de hace una semana, menos quizás. Obreros, gente que pedía por sus derechos en la calle y la Policía la rechazaba con una cosa que es lo más caro que hay, ese gas pimienta de primera calidad”.
“No tenían derecho a reclamar lo suyo porque eran revoltosos, comunistas. Y el gobierno se puso firme: en vez de pagar justicia social, pagó el gas pimienta. Les convenía. Ténganlo en cuenta”, remarcó Francisco.
Además, el Papa advirtió sobre el avance de “una forma perversa de ver la realidad, que exalta la acumulación de riquezas como si fuera una virtud”.
“Les digo: no es una virtud, es un vicio. Acumular no es virtuoso, distribuir sí lo es. Jesús no acumulaba, Jesús multiplicaba y sus discípulos distribuían”, añadió.
Y, en ese sentido, profundizó: “La competencia ciega por tener más y más dinero no es una fuerza creativa, sino una actitud enfermiza y un camino a la perdición. Esa conducta irresponsable, inmoral e irracional está destruyendo la creación y dividiendo a los pueblos. No dejemos de denunciarlo”.
“Reconozco, claro, que los empresarios crean puestos de trabajo y contribuyen a la prosperidad económica. Es justo decirlo. Lo he dicho en Singapur, viendo el magnífico bosque de rascacielos que atestiguan ese aporte”, sostuvo Francisco.
Pero enseguida agregó: “Sin embargo, los frutos de la prosperidad económica no se reparten bien. Esta es una realidad evidente que, si no se modifica, va a engendrar peligros cada vez mayores. Si no hay políticas, buenas políticas, políticas racionales y equitativas que afiancen la justicia social para que todos tengan tierra, techo, trabajo, un salario justo y los derechos sociales adecuados, la lógica del descarte material y el descarte humano se va a extender, dejando a su paso violencia y desolación”.
“Lamentablemente, muchas veces son precisamente los más ricos los que se oponen a la realización de la justicia social o la ecología integral por pura avaricia. Disfrazan esta avaricia con ideología, pero es la vieja y conocida avaricia. Entonces, presionan a los gobiernos para que sostengan malas políticas que los favorecen económicamente”, describió.
“El diablo entra por el bolsillo, no se olviden”, pidió el Pontífice ante referentes de movimientos sociales de varias partes del mundo.